La de hoy es una historia tan sorprendente y estrafalaria que parece una novela histórica. Pero ocurrió de verdad. En el año 897 tuvo lugar en Roma un juicio contra el papa Formoso. Fue impulsado por otro papa, Esteban VI, que pretendía declarar nulos todos los actos de Formoso. Sin embargo, lo que hace de esta historia algo memorable es que el acusado que se sentaba en el trono, vestido con los ornamentos papales, era un esqueleto recién exhumado. Por lo que este suceso se conoce como el Concilio Cadavérico.
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El Concilio Cadavérico, juicio al papa Formoso
En realidad son muchos los nombres que recibe este episodio. En función de la traducción también se lo conoce como Juicio del Cadáver o Sínodo del Terror. Pero lo que realmente importa son los hechos. De modo que vayamos a los siglos IX y X, que no fueron precisamente los más brillantes del Papado. Sin llegar al grado de escándalo del papa Borgia durante el Renacimiento lo cierto es que hubo abundantes dosis de corrupción, asesinatos y destituciones de papas. Y, sobre todo, muchas intrigas política en orden del alcanzar el trono de San Pedro.
Papas, emperadores carolingios y familias de la nobleza italiana pugnaban por el control de Italia, especialmente su zona septentrional. Algunos se conformaban con el poder de los primeros años del feudalismo, pero otros ambicionaban convertirse en reyes de Italia (sí, mil años antes de la unificación) pero para ello necesitaban la bendición papal si pretendían legitimarse. Y en medio de estas intrigas el papa Formosos accedió al pontificado.
El papa Formoso y los emperadores
Versión corta de esta historia. Guido de Spoleto y Arnulfo de Carintia eran dos rivales políticos que se disputan tanto la corona imperial como el deseo de convertirse en reyes de Italia. Al principio el papa Formoso apoyó a Guido, a quien coronó Rey de Italia y Emperador. Sin embargo, muy pronto se desencantó con el gobierno de Guido y envió en secreto cartas a Arnulfo, ofreciéndole la corona imperial a cambio de su ayuda.
En el año 896, ya muerto Guido y sucedido por su hijo Lamberto, Arnulfo de Carintia atacó Italia y puso asedio a Roma. El papa Formoso fue detenido por los leales a Lamberto de Spoleto pero luego fue rescatado mientras Arnulfo se apoderaba de la ciudad. Muy pronto toda Italia estuvo bajo su poder y el papa Formoso, que tan buen servicio había prestado al nuevo emperador, murió en extrañas circunstancias. Pese a que tenía ochenta años de edad siempre se sospecho de que había sido envenenado, aunque nunca se investigó a fondo el asunto.
Juicio al cadáver del papa Formoso
Lo que sí se investigó fueron los actos de este pontífice. Y es aquí donde empieza lo bueno. Varios meses después de la muerte del papa Formoso había un nuevo pontífice, Esteban VI. Y también un nuevo señor de Italia, pues Lamberto de Spoleto había recuperado el poder. Como este pretendía vengarse del papa Formoso (y de paso invalidar la coronación de Arnulfo de Carintia como emperador) ordenó a Esteban VI que iniciara un juicio contra el difunto pontífice. Concretamente alegando la ilegalidad del papa Formoso, que había sido elegido obispo de Roma mientras era obispo de Porto (ya que era ilegal tener dos obispados). De modo que Arnulfo pidió un juicio.
Y Esteban VI se lo tomó al pie de la letra.
En este concilio organizado para investigar los actos del papa Formoso se decretó que el acusado debía estar presente. Así es, el cuerpo de Formoso fue exhumado para el juicio, de ahí que se conozca como el Concilio cadavérico. Para darle un toque de legitimidad a esta situación absurda se preparó como un juicio real. Se vistió al cadáver con las vestimentas papales, se le sentó en un trono para que oyera las acusaciones e incluso se le asignó un abogado para que hablara en su nombre.
Para que luego digan que el juicio a Juana de Arco no tuvo garantías.
Este sínodo del terror declaró culpable al cadáver del papa Formoso. Se le despojó de las ropas papales y se le cortó los tres dedos con los que había concedido bendiciones.
Los restos del cadáver del papa Formoso
La historia se vuelve aún más rocambolesca porque los restos del pontífice fueron guardados en un lugar secreto. Otro pontífice, Juan IX, declaró ilegales los juicios a los muertos y restituyó el cadáver. Poco después Sergio III condenó de nuevo a Formoso en un juicio (sin cadáver) y ordenó arrojar sus restos al Tíber.
Pero cuenta la leyenda que estos aparecieron en la red de un pescador y fueron enterrados en la colina vaticana. Y así termina esta asombrosa historia sobre el Concilio cadáverico y el papa Formoso.
Novelas sobre el Concilio cadavérico y el papa Formoso
Por desgracia no he podido encontrar ninguna novela ambientada en este increíble suceso. Si algún escritor o escritora está leyéndome por favor que la escriba, una historia así se merece una adaptación literaria. Mientras se atiende a mi súplica te sugiere que le eches un vistazo a nuestra sección de novelas medievales. Que la disfrutes.