La batalla de Lepanto

✞ La batalla de Lepanto: la última cruzada

Es el 7 de octubre de 1571. Una batalla naval está a punto de comenzar en el golfo de Lepanto. La flota de la Liga Santa, bajo el mando de don Juan de Austria, despliega sus banderas antes de enfrentarse contra los turcos. Estos responden a las provocaciones con cánticos. Todos se muestran nerviosos y preparados para luchar en la batalla de Lepanto. Y en medio de toda esa maraña de soldados, arcabuces y remos está Miguel de Cervantes, el manco de Lepanto.

La batalla de Lepanto (1571)

Pero, ¿cómo se llegó hasta esa situación donde cientos de embarcaciones se dirigen a embestirse? Las causas de la batalla de Lepanto hay que buscarlas en el expansionismo turco del siglo XVI. Bajo el reinado de Solimán el Magnífico los otomanos se habían expandido por el Mediterráneo y por Europa. Incluso habían llegado a poner sitio a Viena en 1529 y casi conquistar Malta en 1565.

A la muerte de su gran monarca los turcos seguían siendo una grave amenaza, más aún porque Carlos V estaba más interesado en los conflictos europeos que en los intereses mediterráneos de la Corona de Aragón. Y los turcos aprovechaban esta debilidad.

Pero tuvo que ser el Papa de Roma Pío V quien pusiera el asunto sobre la mesa y lograra que la Monarquía Hispánica, Venecia y los Estados Pontificios formaran la Liga Santa para luchar contra los turcos en el Mediterráneo.

Las flotas enfrentadas en la batalla naval de Lepanto

Si en la batalla de Salamina que narra Heródoto casi puede olerse la madera quemada por el roce de los barcos en la batalla de Lepanto el olor que destacaba era el de la pólvora. La artillería, sin llegar al poder de los navíos de línea del siglo XVIII, estaba en auge durante el siglo XVI. Y terminaría por jugar un papel crucial en los primeros momentos de la lucha en el golfo de Lepanto.

La batalla de Lepanto

Estos cañones estaban situados en la proa de las galeras y galeazas que componían las flotas enfrentadas en la batalla naval de Lepanto. Y el terrible número de cañones implicados es un fiel reflejo del tamaño de las armadas. Solo los cristianos lograron movilizar 204 navíos. De ellos, seis eran enormes galeazas, torpes y lentas, pero repletas de artillería como si fueran la torre de un castillo. Los otomanos tenían un buque más que los cristianos, por lo que parece que en términos navales estaban igualados.

La diferencia radicaba en las tropas embarcadas. Cada flota cuenta con algo menos de cien mil hombres para la lucha pero su composición es dispar.

Esclavos cristianos y musulmanes en las galeras de Lepanto

Una tercera parte de los cristianos eran soldados embarcados, muchos de ellos miembros de los famosos tercios españoles y de la Orden de los Caballeros de Malta. Otra tercera parte correspondía a los marineros y los galeotes libres. Por último estaban los galeotes forzados, los esclavos en los remos que se conocía como chusma. A los que eran de cristiana condición se les desherró y entregó armas para que lucharan bajo la promesa de un indulto.

La Monarquía Hispánica, Venecia, los Estados Pontificios y la Orden de Malta formaron una coalición para detener el avance turco en el Mediterráneo. Fue la llamada Liga Santa. Clic para tuitear

Los turcos tenían un número similar de soldados, pero todos sus galeotes eran cristianos (el Corán prohíbe la esclavitud de los musulmanes, incluidos los conversos) por lo que no se podía contar con ellos para la lucha. Por lo tanto, en la batalla de Lepanto la infantería cristiana doblaba en número a la turca.

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¿Quién dirigió la escuadra cristiana en la batalla de Lepanto?

La escuadra cristiana en esta guerra de Lepanto fue una fuerza conjunta internacional. Una coalición.La Liga Santa estaba compuesta por galeras de la Monarquía Hispánica, Venecia, los Estados Pontificios, la Orden de Malta y la presencia testimonial de otras ciudades italianas como Génova. Y cada flota tenía sus propios oficiales. Así que, ¿quién dirigió la batalla de Lepanto como comandante supremo?

Dado que España aportó la mitad de la flota y las tropas el mando recayó sobre don Juan de Austria, hijo bastardo de Carlos V. Como su lugartenientes y responsables de otras secciones de la flota estaba el almirante veneciano Sebastiano Venier y el pontificio Marco Antonio Colonna.

¿Dónde fue la Batalla de Lepanto?

En 1570, la flota turca asediaba Chipre. Y esta isla reclamaba ayuda de las escuadras cristianas. Pero cuando la Liga Santa estuvo operativa ya era demasiado tarde. Pero no para impedir futuros avances de los turcos. De modo que, partiendo de Messina, la flota bordeó la costa sur de Italia para atacar a la turca que operaba en el este de Grecia. El imperio otomano no rehuyó el combate y eligió el golfo de Lepanto (hoy en día, golfo de Corinto) como campo de batalla.

El 7 de octubre de 1571 la flota cristiana, a pesar de tener el viento en contra, se adentraba en el golfo. Cuando ambas flotas finalmente se divisaron las tropas lanzaron cánticos guerreros, pidieron bendiciones y alzaron sus banderas. En ese momento el viento, que había favorecido a los turcos, cesó por completo y las galeras prepararon sus remos. Así comenzó la batalla de Lepanto.

El plan de batalla de los comandantes

Siguiendo el plan tradicional de las batallas navales de la época, las dos flotas se situaron frente a frente. Esto era debido a que el principal armamento estaba en la proa (artillería y espolón), por lo que embestir al enemigo era lo habitual. En la batalla de Lepanto no hubo innovaciones tácticas. No fue un combate de ingenio sino de pura fuerza bruta.

En el golfo de Lepanto no hubo complejas estrategias de combate. Todo fue fuerza bruta. Dos flotas enfrentadas y listas para embestirse. Clic para tuitear

La flota turca se dispuso en forma de media luna. Además del factor simbólico de ser el emblema del Islam permitía, si se ejecutaba bien, envolver al enemigo. De ahí que Alí Pachá, el almirante otomano y yerno del sultán, debilitara a propósito su flanco derecho para atraer al enemigo.

Pero don Juan de Austria no estaba para argucias o no quiso caer en la trampa. Su plan consistía en marchar de frente. Tres columnas de galeras más una pequeña fuerza en reserva. Y a la cabeza de este muro de espolones estaban las seis galeazas repletas de cañones. ¡De frente!

La batalla en el golfo de Lepanto

El limitado alcance de los cañones, el elevado tiempo de recarga y el hecho de que ambas flotas recortaban distancias a cada segundo supuso que los cañones solo podrían dispararse una vez. En estas circunstancias los dos bandos contuvieron su fuego. Era importante ser el primero en disparar (para destruir cañones enemigos o incluso hundir alguna nave), pero también hacerlo lo más cerca posible para causar un mayor daño al enemigo. Y los turcos fueron los primeros.

La batalla de Lepanto

Sin embargo, apenas causaron daño. Aprovechando este golpe de suerte los cristianos aguardaron hasta el último momento antes de disparar a quemarropa y las balas de cañón y la metralla causaron estragos entre las tripulaciones turcas. Finalmente, llegó el choque.

Pero fue la infantería el arma decisiva en la batalla de Lepanto. Los combates navales no eran sino extensiones de la lucha en tierra, donde las embarcaciones se utilizaban para colocar a las tropas sobre el enemigo con el propósito de aniquilarlo o echarlo del barco.

Y es aquí donde la superioridad numérica cristiana se impuso. No obstante, los turcos no lo pusieron fácil pues en el ala derecha cristiana el almirante Doria se mostró dubitativo sobre si atacar o no y permitió que los turcos tomaran la iniciativa. Pronto aquella zona se convirtió en una carnicería. Las galeras de la Orden de Malta sufrieron un castigo atroz y todos a bordo de la galera capitana fueron masacrados.

Pero la batalla de Lepanto quedó sentenciada cuando en el centro se impusieron los cristianos. El propio Alí Pachá fue muerto y su cabeza clavada en una pica. Esto terminó por culminar la victoria cristiana en la batalla de Lepanto sobre los turcos otomanos.

Consecuencias de la batalla de Lepanto

Pese a la violencia del choque, apenas treinta galeras se hundieron en la batalla. Aunque muchas otras serían hundidas al considerarse que no merecía la pena el gasto de repararlas. Más de ciento cincuenta galeras turcas fueron capturadas, lo cual supuso un golpe fatal para la escuadra turca.

Pero los más favorecidos por la batalla de Lepanto fueron los doce mil esclavos cristianos liberados tras la lucha. Pues tras años remando en las galeras turcas por fin recuperaban su libertad. La otra cara de la moneda la marcan los ocho mil prisioneros turcos que pasaron a convertirse en remeros forzados.

Doce mil cristianos fueron liberados de los remos turcos tras Lepanto. Pero ocho mil turcos, ahora esclavizados, ocuparon su lugar. Clic para tuitear

La victoria cristiana en la batalla de Lepanto supuso el fin de la hegemonía otomana en el Mediterráneo. De ahora en adelante los enfrentamientos se limitarían a pequeñas escaramuzas o prácticas de corso por parte de ambos bandos. Destacable será el crecimiento de la piratería berberisca que será un factor esencial en la expulsión de los moriscos.

No obstante, los cristianos no supieron aprovechar esta victoria. Una vez eliminada la amenaza turca Felipe II volvió su atención a las guerras europeas a la par que el océano Atlántico aumentaba su importancia en detrimento del mar Mediterráneo. Y los turcos también colocaron su interés en otros lugares: Asia y los Balcanes.

Miguel de Cervantes, el manco de Lepanto

Miguel de Cervantes, el manco de Lepanto

Siempre se ha dicho que Miguel de Cervantes perdió la mano en la batalla de Lepanto. De hecho, se conoce como el manco de Lepanto al hombre que escribió el Quijote pero siempre encumbró la batalla de Lepanto como «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros». Pero no es cierto que perdiera la mano. Sí, luchó allí; y sí, quedó inválido, pero nunca perdió la mano.

Cervantes recibió una herida que le dejó la manó inválida de por vida, convirtiéndose así en uno de los ocho mil heridos en la batalla de Lepanto. Por suerte para él, la herida no se infectó con gangrena y nunca tuvieron que amputársela. Amargo consuelo para el manco de Lepanto.

Novelas sobre la batalla de Lepanto

Por desgracia solo he conseguido encontrar una única novela sobre la batalla de Lepanto. Se trata de Rojo amanecer en Lepanto, de Luis Zueco. Sin embargo, parece que está descatalogada pues no la encuentro si no es de segunda mano y tampoco parece tener una edición digital. Lo cual es una lástima debido a cómo prolifera el ebook en España. De todo modos, quizá quieras echar un vistazo a otros libros sobre la época en nuestra sección de novelas históricas.

No obstante, la novela de Arturo Pérez-Reverte, Corsarios de Levante, hace un buen trabajo en transmitir ese Mediterráneo en guerra, cuarenta años después de la batalla de Lepanto. Quizá quieras echarle un vistazo. ¡Nos vemos!

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