1917, la película

≫ ¿Por qué 1917 es una magnífica película sobre la Gran Guerra?

Hay películas que realmente merece la pena ver en el cine. En pantalla grande. El estreno de 1917 es una alegría, pues es una de esas hay-que-ver-en-el-cine, tanto por la calidad cinematográfica como la forma en la que está grabada, con mucha atención al detalle (cada detalle). Los vastos paisajes arrasados de la Gran Guerra se merecen una plataforma que recree con fidelidad la destrucción y el caos que llegó a inspirar al mismísimo Tolkien para crear su Mordor en El Señor de los anillos. Y vaya si esta película ha cumplido con mis expectativas, es por ello que no puedo sino decir que 1917 es una película excelente que deberías ver.

El tráiler de 1917

Este no es específicamente un blog de cine. Pero necesito hablar de la película. Fue amor a primera vista. Tan pronto como vi el trailer de 1917 supe que NECESITABA ir a verla. Cuando estudié la carrera de Historia hice todo lo posible por especializarme en la Primera Guerra Mundial, así que entenderás que sea un nerd apasionado de la Gran Guerra. Más aún cuando vi dos secuencias que me hicieron sospechar de que iba el asunto.

Este trailer.

La primera pista la proporciona cuando vemos a dos soldados entrar en un refugio abandonado, presumiblemente alemán; la segunda en esa potente imagen donde un soldado británico corre en paralelo a sus compañeros cargando. Lo importante no es la carga sino el terreno. Verde. Impoluto. Recibiendo los primeros obuses de artillería. Tenía que ser la Línea Hindenburg.

¿De qué va la película de 1917? Operación Alberich

A medida que leo más y más novelas históricas (o las escribo, como ocurre con El alguacil) y consumo cine me doy cuenta de que hay fórmulas básicas en las que todas las historias encajan. En el caso de 1917 es la de «ir del punto A al punto B» sin que te maten. Pero lo verdaderamente importante es el cómo se cuenta. Qué hace de esa historia una experiencia gratificante que te haga recomendársela a otros. A ti. Pero para comprender el gran acierto del planteamiento y ejecución de la película de 1917 hay que explicar su argumento.

La retirada alemana durante la Operación Alberich. Fuente: Veterans Today

1917 está, más o menos, basada en hechos reales y tiene lugar durante la Operación Alberich, cuando los alemanes retrocedieron deliberadamente sus líneas varios kilómetros. Sí, en ese conflicto donde diez mil soldados morían por ganar franjas de quinientos metros. El plan tras esta osada maniobra era que las tropas germanas se asentaran en una serie de trincheras fortificadas, con sistemas de búnqueres de hormigón y nidos de ametralladora que facilitarían posteriores defensas, reduciendo las bajas alemanas.

Otro día hablaré en profundidad sobre este asunto, pero basta decir que cogió a los franceses y británicos por sorpresa.

El argumento de 1917

La película refleja el día después de esa retirada. Dos soldados reciben la misión de notificar la orden de detener un ataque contra la Línea Hindenburg. El oficial al mando del ataque ignora que no son trincheras enemigas lo que sus hombres van a atacar, sino fortalezas.

Las comunicaciones durante la Gran Guerra eran lamentables, con escasos teléfonos que funcionaran (la artillería podía destruir incluso cables subterráneos), lo cual obligaba al uso de motoristas, jinetes o, lo más habitual, corredores para que entregaran las órdenes. Un encargo extremadamente peligroso. Dato curioso: Adolf Hitler ganó la Cruz de Hierro de segunda clase por su valor al cruzar zonas del frente para entregar mensajes.

1917 es la historia de dos de esos corredores: su misión es atravesar las líneas alemanas para entregar una orden. Si no lo consiguen todo un batallón se chocará de frente contra las fortificaciones de la Línea Hindenburg sin el equipo necesario para capturarlas.

1917 es todo un espectáculo visual

Las alambradas en 1917
Fuente: Alan Ferrier

De modo que los dos soldados, los actores protagonistas de 1917, a quienes la cámara sigue como un testigo silencioso, deben atravesar la tierra de los muertos para salvar mil seiscientas vidas. Y gracias a esta hazaña tenemos una visión amplia pero detallada de los escenarios de la gran guerra.

En primer lugar, la retaguardia, donde los soldados descansaban varios días antes de su vuelta al deber. La cámara muestra el paisaje francés, con su verde vegetación y su tranquilidad. Después llegan las zonas de suministros, con el traqueteo de camiones y carros de animales.

Entonces llegan a las trincheras. Primero las de reserva, más limpias, que solo ven actividad si el enemigo penetra las primeras líneas; y luego las de comunicación donde municiones, alimentos y heridos van y vienen de la línea de frente, donde se aprecian las consecuencias de la guerra antes de llegar a la trinchera del frente. Un lugar de barro y marcas de artillería, con soldados que agachan la cabeza ante la amenaza de francotiradores (o no, nunca se sabe, y he ahí la esencia del miedo) y con vigilancia constante ante la posibilidad de una descarga de artillería que haga pedazos tu sección de trinchera.

Por fin llegamos a la tierra de los muertos, las alambradas los cráteres de obuses llenos de agua emponzoñada, trozos de cadáveres (sí, trozos) y mil horrores más. Tras un agónico paseo a través de esa locura alcanzan la trinchera alemana, donde se aprecia una siniestra simetría: trinchera de frente, de comunicación, de reserva, retaguardia… y el paisaje francés. Todavía con las marcas de la ofensiva de 1914, pero paisaje.

Y esos son los escenarios de la Primera Guerra Mundial. Un epicentro de muerte y destrucción que se va mitigando conforme nos alejamos hasta regresar al paisaje que el conflicto ha usurpado. La cámara de 1917 ha captado perfectamente la esencia.

El punto de vista de un soldado de a pie

Fuente: Screen Week

Ah, sí la pobre infantería… como diría Plauto. Y todo este paisaje, horror y experiencia de ser bombardeado, tiroteado, apuñalado, enterrado vivo… todo lo sentimos desde el punto de vista de un soldado gracias a la cámara que lo sigue. Vemos lo que él ve, no vemos lo que no ve, ignorando si hay rifles que lo acechan, minas en el suelo o algún horror todavía por descubrir.

Todo un acierto para mostrarnos una parte (dramatizada) de cómo era la vida del soldado en las trincheras.

Si pestañeas te la pierdes

Es bastante probable que vuelva a ver 1917. El efecto que la cámara en constante movimiento hizo que mis ojos fueran siguiendo a los actores en todo momento. Y hay muchos detalles que pasan desapercibidos. Sombras entre los edificios en llamas, soldados atendiendo camaradas heridos, detalles en los barracones, o en los gestos de personajes secundarios. Es recomendable un segundo pase, sea en el cine o en casa cuando salga en Blu-Ray.

La película de 1917 no es UN plano secuencia

Una de esas curiosidades cinematográficas es que 1917 se presenta como un plano secuencia: la cámara sigue a los actores durante sus andanzas sin cortes. Pero sí hay algún corte y edición, tres quedan muy claros pero existen otros más sutiles. He estado revisando el contenido adicional (los famosos «cómo se rodó» y «behind the scenes») para descubrir cuántos había y… no lo he averiguado, porque me he quedado maravillado del proceso de preparación previo al rodaje. Todo lo que había que planificar para que la luz, terreno e indumentaria fuera perfecta… cómo se hizo para poder grabar tomas de 30 o 40 minutos que rotan 360º sin que técnicos o camarógrafos aparecieran en pantalla. Asombroso.

Mi opinión crítica: 1917 es una magnífica

Pocas, muy pocas, veces tenemos la oportunidad de ver películas sobre la Primera Guerra Mundial. En parte se debe a que el género bélico viene marcado por los omnipresentes nazis, que encajan con naturalidad en el papel de villanos sin que al público le suponga mucho esfuerzo asumirlo, ni a los guionistas plantearlo. Pero creo que también hay cierto componente de «ignorancia premeditada» en la escasez de largometrajes sobre la Gran Guerra.

De modo que se agradece la valentía de una película de estas dimensiones, con ese nivel técnico (recomiendo ver los Cómo se hizo 1917) para reflejar la historia de un único día de la guerra, en un solo lugar, de un puñado de soldados. Toda una lección histórica de un periodo parcialmente eclipsado.

Me gustaría hacer un comentario sobre la angustiosa lección que nos deja el final de la película, pero sería un terrible spoiler. Así que…

1917 está llena de actores británicos

Esto es gracioso. Anecdótico, tal vez. La película tiene dos protagonistas a los que seguimos constantemente, pero estos se van encontrando aliados y enemigos, lo cual permite algunos minutos de cámara a personajes secundarios. Lo curioso es que estos secundarios son individuos de renombre en la BBC y películas inglesas. Muy británico todo, especialmente porque vemos a Sherlock Holmes (Benedict Cumberbacth), Moriarty (Andrew cott), Robb Stark (Richard Maiden), otro villano de Sherlock Holmes (Mark Strong)… Es entrañable.

El tiempo no es el enemigo en 1917

Un aspecto que no logra convencer en la película de 1917 (el único aspecto donde esta maravilla fracasa) es en su premisa del tiempo. Hace creer al espectador que va a estar pegado al asiento sometido a una tensión constante, gritándole a los actores ¡que se den prisa! Pero no es así. La ejecución final es la de una película que se toma su tiempo para calentar, para avanzar. Nunca se detiene, pero su movimiento es más bien pausado. Como los mordiscos de una manzana. Avanzar. Masticar. Avanzar.

Pero hay que reconocer lo bien que sabe.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *